
Hay golpes en la vida, tan fuertes. ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma. ¡Yo no se!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma. ¡Yo no se!
Son pocos, pero son. Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas,
o los heraldos negros que nos mandala Muerte.
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas,
o los heraldos negros que nos manda
Son las hondas caídas de los Cristos del alma,
de una fe adorable que el destino blasfema.
Estos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
de una fe adorable que el destino blasfema.
Estos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre. Pobre. ¡Pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos dan una palmada;
vuelve sus ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
cuando por sobre el hombro nos dan una palmada;
vuelve sus ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes.¡Yo no se!
Voz: Luis Lema Osores
Fondo Musical: El Condor Pasa
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